¡Vamos a pintar!
Tras quitar la valla y la selección democrática y participativa en la decisión sobre el color, llegaba la aplicación del mismo a la zona anexa al huerto, la conocida entre nosotros como Matriz verde.
15_05_2023
Organizándose un calendario con diferentes grupos de tercero y cuarto de ESO, así como alumnado de programas de diversificación, PEMAR y educación especial, el lunes
15 de Mayo empezaron a realizarse las diferentes acciones que iban a transformar ese espacio para dotarlo de una nueva identidad, haciéndolo más habitable y menos gris, a
partir de la aplicación de ese color naranja. El espacio gris, sucio y dañado, iba a ser cubierto por una lengua de pintura naranja, que actuaba como complementario a todas las tonalidades de verdes que existen dentro y fuera del espacio educativo.
En el exterior del I.E.S López Neyra, los bloques de viviendas del Parque Figueroa nos muestran diferentes tonalidades de verdes en sus muros, gama que se ha ido configurando en algunos casos por el paso del tiempo y en otros por la acumulación de capas de pintura, suma que otorga a este lugar una singularidad interesante como proyecto de innovación urbanística en el que la presencia de la naturaleza vegetal tiene mucha importancia, ya que la masa arquitectónica construida es similar a la masa vegetal que se ha plantado entre los edificios, convirtiéndose en un modelo de barrio- jardín que hay que estudiar y poner en valor.
16_05_23
Pero si el verde es un color que predomina en el exterior del instituto, también lo hace en el interior de las aulas y del edificio. Verde en la mesa, verde en las sillas, verde en la pizarra, verde en la gran parte del mobiliario de uso, tal y como ocurre en gran parte del contexto nacional, mediante una uniformidad que obstaculiza la presencia de otros
colores y también la posibilidad de poder construir otro paisaje dentro del instituto. El lunes comenzaba un taller de cinco días en los que entre las tareas de pintar el propio espacio (suelo, brocal del huerto, diferentes espacios que configuran el lugar) se iba a comenzar a transformar también parte del mobiliario que se guardaba sin uso en un almacén del instituto, trabajando con el alumnado una vez más la idea del reciclaje y la posibilidad de transformación.
Sillas, mesas, percheros, taburetes, la caseta del huerto y un bidón de gasolina eran cubiertos de pintura naranja para transformar la nueva visión del espacio. Los grupos
se iban dividiendo las tareas, cubiertos de bolsas de basura de color negro (Balenciaga look) iban aplicando el color con brochas y rodillos, algunos con más calma y paciencia,
otros con la prisa que impone el quererlo todo ya para la foto de Instagram.
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En paralelo, en el interior del instituto, se ocupaba un panel de corcho en la entrada al recreo para colocar una pregunta, ¿Dónde está el naranja?, como estrategia de
mediación y acercamiento hacia ese nuevo espacio dentro del lugar. El alumando de diferentes clases iba a ir añadiendo diferentes referencias visuales en las que el naranja estaba presente, desde el dibujo de Nemo a una pelota de basket pasando por un paisaje otoñal o una lata de refresco de naranja.
Mientras, el naranja avanzaba y capa a capa se iba transformando el espacio y también volvían las preguntas, ¿por qué el naranja?, ¿vais a pintarlo todo de este color?, ¿qué es lo que se va a hacer en este lugar?. El naranja ya estaba atrayendo a nuevas personas al lugar y al mismo tiempo actuaba como atractor para pensar en otros nuevos proyectos para la zona que iban encaminados a tratar de incluir una mejor política ecológica en los espacios educativos.
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Los aviones y vencejos sobrevolaban sobre el naranja, los profesores nos hablaban de nuevas estrategias para reverdecer otros espacios del instituto y al otro lado del huerto, otros grupos de alumn+s comenzaban a trabajar en lo que pretende ser un estanque vivo. La matriz verde parece que comienza a extenderse.
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El viernes, último día del taller, Rafa Alcántara y José Luque, coordinadores de todo el proceso de transformación desde el taller “Tomar medidas”, abrieron el campo de la escucha sobre el lugar, dejando una serie de post-its sobre la pizarra y preguntando hacia aquellos grupos que estaban trabajando en el lugar y aquellos curiosos que se iban acercando opiniones sobre el mismo y la posibilidad de introducir nuevos elementos dentro de esta matriz verde que aunque llegaba al proceso de finalización de esa primera fase, debía servir para conseguir un nuevo lugar de encuentro que ya comenzaba a construirse. Viendo la imagen del antes y el después del espacio, se abre una vibrante posibilidad de nuevas acciones. Mientras el ciclo natural continúa y seguimos recogiendo las primeras semillas del I.E.S López Neyra.